Siempre me llamaron la atención las plantas. Crecen cómo y desde donde sea, es suficiente una mínima grieta en medio del asfalto negro, seco, caliente y árido para que empiece a crecer una. Pueden quemarlas, secarlas, ahogarlas, cortarlas o sofocarlas y ellas seguirán creciendo, tal vez, incluso, en contra de su voluntad. Aunque les duela tener que rebrotar cada una de las veces, no pueden dejar de hacerlo, porque su naturaleza es sobrevivir, sobrevivir y rebrotar, rebrotar y florecer. Siempre. Esta es la historia de cómo yo me convertí en planta.
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