Las fracturas de mandíbula siguen siendo una de las formas más frecuentes de traumatismo facial en todo el mundo. La incidencia de las fracturas de cóndilo varía según los distintos estudios y regiones. En general, oscila entre el 16 y el 42%. Las complicaciones de la fractura condilar incluyen dolor, restricción del movimiento mandibular, espasmo muscular y desviación de la mandíbula, maloclusión, cambios patológicos en la ATM (articulación temporomandibular), osteonecrosis, asimetría facial y anquilosis de la ATM. Los objetivos del tratamiento son restaurar la oclusión normal junto con una apertura bucal adecuada, minimizar el riesgo de anquilosis de la ATM y otras posibles patologías, disminuir la morbilidad y aumentar la calidad de vida del paciente. Los dos enfoques principales recomendados para el tratamiento son el funcional y el quirúrgico. Anteriormente, estas fracturas solían tratarse mediante reducción cerrada (RC). La preferencia del tratamiento conservador frente a la reducción abierta se debía a la dificultad de acceso quirúrgico al cóndilo y de posicionamiento del fragmento óseo proximal, así como al riesgo de dañar los nervios faciales. Sin embargo, en los últimos tiempos se prefiere la reducción abierta a la cerrada debido a sus mejores resultados.
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