La poesía no es todavía lo que queremos que sea, por eso no terminamos de escribirla. Escribimos para decirnos y para aprendernos de memoria, después para olvidarnos, es un ciclo perfecto. Necesitamos desaprendernos y enmudecer, estamos llenos de ruidos y visiones tremendas, llenos de relatos, de seres con los que convivimos, algunos hechos a nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza, otros conforme a nuestros miedos. Estamos llenos de presencias, de seres aprendidos y otros incorporados, de repeticiones y mundos, de silencios y soledades. Ese deseo de vernos el infinito íntimo del ser, de acercarnos a la verdad, esa urgencia aunque sea en instantes de rozar la belleza y el misterio, ese intento de aprender a mirarnos, de querer comunicar como somos, nos hace escribir. Odalys Interián
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