Durante siglos, las plantas han sido utilizadas por los pueblos indígenas para producir medicinas que servían para tratar diferentes tipos de dolencias. Las plantas producen una amplia gama de moléculas bioactivas, la mayoría de las cuales probablemente evolucionaron como defensa química contra la depredación o la infección. Muchos fármacos sintéticos deben su descubrimiento y potencia a la imitación de estructuras de productos naturales aislados de plantas más que a la creatividad e imaginación de los químicos orgánicos contemporáneos. A pesar de la existencia de agentes antimicrobianos convencionales, no dejan de aparecer cepas resistentes o multirresistentes de microorganismos patógenos; por desgracia, el descubrimiento y desarrollo de nuevos antibióticos no ha ido a la par de la aparición de resistencias a los antibióticos. Esto impone, por tanto, la necesidad de buscar nuevos fármacos eficaces para sortear el problema.
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