Hace tres años la Universidad de Sonora me otorgó una beca para emprender una investigación sobre los migrantes del municipio de Xilitla, pueblo mágico de la zona Huasteca en San Luis Potosí, México. En ese entonces, había realizado una revisión del estado del conocimiento de la migración en América Central, México y Estados Unidos. Grosso modo la literatura mencionaba que el fenómeno migratorio suponía la adaptación de los flujos migrantes en zonas centrales por su economía, pero también había indicios de que los migrantes asimilaban la cultura que los recibía, aunque los trabajos más críticos advertían de una identidad multicultural que los descendientes de migrantes seleccionaban ya no para ajustarse a los imponderables, sino para transformar e innovar su entorno.A partir de estas referencias propuse un estudio de corte cuantitativo en torno a los flujos migratorios de la zona Huasteca con la finalidad de anticipar escenarios de vulnerabilidad, marginalidad y exclusión que comprometerían el Desarrollo Local de la región.