Producir alimentos suficientes para una población en aumento se considera uno de los mayores desafíos (BURNS et al., 2010). La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estimó que la población mundial superará los 9,7 mil millones en 2050 (ONU, 2021) y esta expansión aumentará la demanda de alimentos (SAATH; FACHINELLO, 2018). En este contexto, la agricultura tiene una relevancia clave, una vez que esta actividad es responsable de producir alimentos, utilizando la menor cantidad de áreas posible (SENTELHAS et al., 2015).Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO (2013), la disponibilidad de áreas agrícolas se concentra sólo en algunos países, con cerca del 90 % de las tierras para expansión agrícola localizadas en América Latina y África Subsahariana. En América Latina, Brasil tiene una relevancia clave para la producción de alimentos, con un alto potencial de expansión (SAATH; FACHINELLO, 2018). Sin embargo, las preocupaciones ambientales y la preservación de los bosques nativos han limitado la expansión agrícola, por lo tanto, la alternativa apropiada es aumentar los rendimientos, en lugar de la deforestación (SAATH; FACHINELLO, 2018).
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