Cuando somos amables y hablamos bonito, segregamos oxitocina, que es la hormona de la felicidad y de la cercanía . ¡Las palabras son mágicas!; pueden acariciar... y sanar. También lo que nos decimos a nosotros mismos >Los niños y niñas han de saber utilizar esa poderosa herramienta de forma creativa, para que favorezca la relación con ellos mismos y con los demás. Saber cómo hablar y cómo hablarse a ellos mismos, con amabilidad y respeto, MEJORARÁ LAS RELACIONES Y LA AUTOESTIMA. ... Esta es la historia de una princesa, Vanesa, que no sabía ser amable, y de Aiyana, la perdiz muy especial que la enseñó a serlo a través de las mágicas palabras. ¿Sabes cómo lo hizo? ¿Y lo que ocurrió? Os lo cuento...
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