Recientemente se han acuñado los términos literacidad para referirse al conocimiento que poseen los individuos de cómo hablar y actuar en un discurso específico, y el de literacidad académica, para designar los saberes que les permiten hablar y actuar adecuadamente en los discursos académicos. Las personas se convierten en letradas académicamente observando a otros que ya dominan el discurso académico e interactuando con estos expertos, hasta que esos modos de hablar, actuar, sentir, pensar y valorar se vuelven naturales para ellas. Las instituciones de educación superior deben crear las condiciones para que sus estudiantes puedan participar de esta cultura académica procurando por una parte, que sus propios docentes puedan escribir como una herramienta para analizar su pensamiento, para comunicarse con otros; por otra, lograr los consensos necesarios para unificar criterios respecto de los tipos textuales a trabajar por área y grado y, por último, no menos importante, brindar a sus maestros la formación necesaria para que apoyen desde sus propias asignaturas los procesos de lectura y escritura en este nivel. A este planteamiento se le denomina alfabetización académica.