Nos remite la historia al encuentro de un padre con su hijo: Dios y Jesús, San Ignacio de Loyola con Dios, quien recibe un llamado de él y funda una comunidad con el nombre de Jesús. Posteriormente, uno de los prelados de esta comunidad en las Indias Occidentales, Alonso de Sandoval, escucha el llamado de Dios para con esos pobres negros, esclavizados, comprados y vendidos como mercancía en el puerto de la ciudad de Cartagena de Indias. Él desea salvarlos y convertirlos al cristianismo, porque eran ignorantes de la religión cristiana y debían ser evangelizados para salvar sus almas. Alonso de Sandoval, no negaba que ellos fueran inteligentes y tuvieran alma, consideraba que simplemente había que adaptarlos a la nueva forma de pensar y actuar. Con esa idea se puso a la tarea de liderar una salvación para que sus almas pudieran liberarse en el otro mundo, ello a través de la aceptación y el padecimiento de la condición social y económica de la esclavitud. El prelado realmente no cuestionó la esclavitud, pensó que era causa de una condición humana o filosófica, más bien de creencias que giraban en torno a las circunstancias que resultaron del descubrimiento del Nuevo Mundo.