El autismo fue definido por Leo Kanner, al examinar un conjunto de características visibles en el comportamiento de algunos niños, que permanecían ensimismados y rechazaban toda comunicación con otras personas (Kanner, 1943). Sin embargo, la realidad actual es otra, ya que los niños que son diagnosticados con autismo, muestran un amplio abanico de comportamientos, con diferentes características que varían en intensidades en cada sujeto, por lo que se hace tan difícil realizar un diagnostico temprano fiable. El desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico para cuantificar y estudiar los Trastornos del Espectro de Autismo (TEA) es uno de los grandes retos de la ciencia, destacando la espectroscopia de resonancia magnética como una opción muy util para realizar el diagnóstico. Esta técnica permite el estudio del metabolismo cerebral "in vivo" y entrega información bioquímica de forma "no invasiva" de los tejidos, caracterizando la patología.