Te Deum Laudamus... Así comienza un himno clásico de acción de gracias de la liturgia católica. Porque hay que dar gracias de rescatar del olvido y de la desmemoria interesada de nuestra cultura de hoy, a estas mujeres anónimas que como María de Nazaret, son símbolo de otras muchas que se ven recogidas en ellas. Mujeres veces cuidadosamente veladas por las iglesias y por las sociedades, porque molestan a ambas. Pero necesarias porque su historia acaba siendo una rápida (e incompleta) antología de toda la increíble maldad y toda la inaudita bondad que cabe en el ser humano. No se leen unas opáginas así quedándose uno igual. (Del Prólogo del Dr. José Ignacio González Faus, s.j.)