Hubo un tiempo donde el bien y el mal luchaban entre ellos. Donde las batallas in-terminables entre Ángeles y Demonios des-truyen grandes ciudades como pequeños pueblos en la tierra por igual. Pero después de milenios no hubo batallas, todo se man-tuvo en paz. Los demonios se mantenían en la oscuridad y solo cometieron sus atrocida-des ocultándose de no ser descubiertos, así llevar la maldad a todas esas personas que podían corromper. Se dirigían a los débiles para corromper sus mentes, tentarlos a co-meter las peores atrocidades. El mal busca-ba las personas que más vulnerables esta-ban, de ellos se aprovechaban para corrom-per sus almas cuando en el momento de su deceso corporal tenerlos como súbditos en el infierno. Al mismo modo los ángeles pro-tegen no solo a los fuertes de mente y alma, protegían mucho más a esos débiles, ya que ellos no querían perder a ningún ser por culpa de la maldad. Una pelea constante entre el bien y el mal que no descansaba ni cesaba. Batallas silen-ciosas donde los seres humanos no notaban que a su alrededor siempre rondaba el bien y el mal en una lucha interminable. El equilibrio en la tierra siempre será en-tre el bien y el mal. Es un balance que no puede ser corrompido en donde Dios le a dado libre albedrío a los seres humanos para inclinarse entre unos de los extremos. Sea el bien o el mal solo ellos decidirán. Pero al final de su vida se determinará si ascende-rán a los cielos o ser lanzado al infierno donde pasarían la eternidad completamente en sufrimiento infinito.
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