El cáncer de páncreas sigue siendo uno de los tipos de cáncer más mortíferos, siendo la cuarta causa de muerte por cáncer en Estados Unidos, después del cáncer de pulmón, mama o próstata y colorrectal. El mal pronóstico se debe, principalmente, al estadio avanzado en el que se descubre, ya que más del 80% de los pacientes presentan enfermedad localmente avanzada o metastásica, lo que impide la cirugía, el único tratamiento curativo. Sin embargo, el pronóstico sigue siendo reservado incluso en los pacientes operados (15 - 20% de los casos). La imagen ha adquirido un papel central y decisivo en la estadificación y evaluación del cáncer de páncreas, estando implicada en todos los aspectos del manejo clínico del adenocarcinoma pancreático. La ultrasonografía endoscópica con o sin aspiración con aguja fina se ha convertido en la principal técnica para evaluar los trastornos pancreatobiliares y ha demostrado tener un mayor rendimiento diagnóstico que los demás métodos de imagen para reconocer tumores pancreáticos precoces. Aunque en las últimas décadas se han producido notables avances tecnológicos para mejorar el diagnóstico del cáncer de páncreas, la tasa de supervivencia se mantiene prácticamente inalterada. Por lo tanto, es esencial descubrir nuevos métodos diagnósticos y terapéuticos.
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