La exigencia democrática está en el centro de la vida pública internacional moderna. El cumplimiento de este requisito permite a cualquier Estado moderno "bailar" en la escena pública internacional. En el África negra francófona, el papel que desempeña el juez constitucional en el afianzamiento de la democracia es importante. Ha conseguido erigirse en un verdadero árbitro del juego democrático, en un perfecto regulador de las relaciones entre los poderes públicos. Pero no se puede dejar de observar que su trabajo no ha tenido el mismo éxito en todas partes. En algunos países, el juez constitucional ha encontrado muchas formas de resistencia, lo que en cierta medida socava los logros democráticos conseguidos hasta ahora. El presente trabajo se plantea el reto de analizar las aportaciones de este juez activista a la consolidación de la democracia en Benín y Togo.
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