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Otra muestra del conservadurismo y las posiciones anticomunistas asumidas por Juan Pablo II, se manifestó de manera clara, durante la gira realizada a la Santa Sede por el arzobispo de El Salvador Monseñor Romero en 1979, tratando de conseguir el respaldo, o al menos el consuelo de Juan Pablo II contra el genocidio que se desarrollaba en este país por parte de dictadura militar salvadoreña. Encuentro en el que Monseñor Romero fue tratado con indiferencia por el "santo" papa, al momento de tratar de demostrar con documentos los altos índices de asesinatos y masacre realizadas por la Fuerza Armada y los "Escuadrones de las Muerte contra la población civil, y entre esta, contra los sectores religiosos y laicos de la Iglesia Católica Salvadoreña: -¡Usted señor arzobispo, debe de esforzarse por lograr una mejor relación con el gobierno de su país! Por lo que a cada intento de aclarar la verdadera realidad de lo que pasaba en ese país, el papa "caminante de la paz", respondía: -¡No exagere, señor arzobispo!