El discurso y las soluciones técnicas ofrecidas por las ciencias naturales se presentan insuficientes, ante una crisis ecológica que abandona los terrenos disciplinares de la ecología e incursiona en la esfera de lo social, donde la riqueza mal distribuida, la explotación laboral y el abuso del poder entre otras, se constituyen en un signo de los tiempos que el teólogo de hoy debe ser capaz de leer. La crisis ecológica actual, se percibe como la punta visible de una profunda crisis antropológica, que tiene su origen en la visión utilitarista de la naturaleza como recurso inagotable , unido a una concepción antropocéntrica centrada en el interés particular de unos pocos, que motivan al consumismo exagerado. Esto para la Teología se presenta como un desafío que obliga a proclamar un mensaje de esperanza, sustentado en la Palabra y la Tradición cristiana. Por tanto, como respuesta a dicho reto y contribución para la solución de dicha problemática, el autor propone ocho rasgos, que agrupados en cuatro dimensiones, caracterizan los rasgos de una espiritualidad ecológica.