Desde niños, muchas veces soñamos con querer ser héroes o protagonistas de una gran historia, y así convivimos con esa ilusión hasta hacernos adultos, en donde ya la trivialidad nos sumerge un poco y dejamos de lado, en muchas ocasiones varios sueños e ilusiones y solo nos queda recordar, ensimismarnos en ese éter de letárgicas remembranzas y poder, de alguna forma, en un breve lapso de tiempo volver a reír, llorar y hasta fortalecernos para poder seguir la marcha. El tiempo vuela con su feroz afán, pero aun así nuestro arraigado ayer va con nosotros por siempre, hasta que nos alcance la muerte o, ¿por qué no?, el olvido.