La endosimbiosis de las arqueas provoca una carencia de selenio. Las arqueas utilizan el selenio para sintetizar selenoproteínas arqueas. Esto conduce a la deficiencia de selenio celular. La carencia de selenio provoca una propagación retroviral defectuosa, ya que los retrovirus contienen secuencias de selenoproteínas y necesitan selenio para sintetizarlas. La carencia de selenio provoca una disfunción de la glutatión sintetasa y de la glutatión peroxidasa que conduce al estrés de los radicales libres y a la neurodegeneración, el cáncer, las enfermedades autoinmunes y el síndrome metabólico. La deficiencia de selenio conduce a una conversión defectuosa de T4 a T3, ya que la deiodinasa necesita el selenio como cofactor. La carencia de selenio provoca hipotiroidismo y tiroiditis de Hashimoto. La carencia de selenio provoca cardiomiopatía y pancreatitis. La tiroiditis de Hashimoto consecuente a la carencia de selenio se asocia a la enfermedad cerebral de pequeños vasos, a la hidrocefalia de presión normal, a la encefalopatía de Hashimoto, a la meningitis autoinmune no vasculítica, a la demencia autoinmune y a la encefalopatía hiponatrémica recurrente. La carencia de selenio provoca un síndrome cardíaco endocrino y un síndrome neurológico.
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