Con la misma precisión que exhibían Burroughs y Brion Gysin a la hora de aplicar la técnica del fold-in en sus textos, así dobla y junta Jesús Hdez-Güero los rostros de diferentes políticos en Síndrome de Proteus. No para desfigurarlos o burlarse de ellos (aunque algunos de estos rostros no dejarán de causar gracia o sorpresa), sino para reconstruir algo que podría llamarse el pliegue-ideología y el pliegue-historia, esa línea donde uno siempre va a terminar observando más de lo que al principio veía, esa ten¿brae que la realidad y las mass medias siempre intentan vender como lo real y que solo la subjetividad de un artista es capaz de reconstruir. Y lo mismo podría decirse de sus armas, sus casquillos, su pólvora. Quien se enfrente a Las armas no matan estará entrando a un mundo que va más allá de la violencia, la muerte, el cadáver, la sangre; estará entrando a un mundo relacionado con la belleza y la objetualidad. Un mundo hipercrítico y monstruosamente visual. Teológico.
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