Desde hace algunos días cuando rezo el Padre nuestro tengo la idea de relacionar al cielo con el corazón y a la tierra con la cabeza. No sé precisar el por qué, pero el hecho de pensar en esa relación me hace saborear pequeñas satisfacciones místicas, que tampoco sé si serán verdaderas o simplicidades de la imaginación. En ese sentido, me satisface pensar en el "todo y la nada" que propone San Juan de la Cruz: "Si quieres poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada; si quieres venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada...".