La identidad cultural subyace al nivel de autoestima que posee cada individuo, es el sentido de pertenencia, a saber: quién es, hacia dónde va y qué lo diferencia de otros pueblos en cuanto a cultura, arte, creencias, derecho, costumbres, etc. Una de las aristas más importantes para impartir la riqueza cultural es la difusión. Pero para difundir, hay que amar las raíces culturales propias, hay que tener una autoestima saludable para rescatar valores y principios que promuevan el reconocimiento de los pueblos. Esta difusión no sólo está concatenada a los medios de comunicación como televisión, radio y redes sociales, sino que cada persona actúa como un ente regulador de cultura a través de su trabajo, de su testimonio diario. Las escuelas son ese campo fértil donde se debe promover autoestima, autenticidad, constancia, trabajo, esfuerzo, dedicación.