Desde que los conflictos entre el capital y el trabajo comenzaron a generalizarse en Chile durante el último tercio del siglo XIX, las autoridades provinciales y locales manifestaron un interés casi espontáneo por mediar a fin de mantener el orden público y evitar una escalada entre las partes. Pero ante la inexistencia de leyes y normas específicas que regularan las relaciones entre el capital y el trabajo, la intervención de los representantes del Estado quedaba librada a su propia voluntad y criterio. Sin embargo, a pesar de su precariedad, estos mecanismos espontáneos se fueron generalizando a tal punto que hacia el Centenario de la Independencia ya constituían una práctica relativamente difundida aunque por el momento sin obligatoriedad legal. En este libro Sergio Grez explora las actitudes y posiciones que asumieron durante el primer cuarto del siglo XX en Chile los actores estatales, obreros y empresariales- llamados a constituirse en las piezas irreemplazables de una relación que por definición y tradición se mostraba muy conflictiva. Al abordar esta temática su mirada se centra en el movimiento obrero y popular, considerando también al Estado y el empresariado.