Las finanzas, como "vasos sanguíneos" del Estado, son una condición necesaria para el funcionamiento de la sociedad moderna. La transición de Rusia en la década de 1990 de una economía planificada a las relaciones de mercado fue acompañada por la aparición de nuevas relaciones no sólo en la economía, sino también en toda la sociedad, el fortalecimiento de las bases democráticas y la aparición del autogobierno local. Con el tiempo, quedó claro que la "mano invisible" del mercado no es capaz de recuperarse de forma independiente de las crisis y garantizar el desarrollo armonioso de la esfera financiera y económica, que es un criterio necesario para la provisión de beneficios sociales a la sociedad. De ello se desprende la necesidad de reforzar el papel del control como una de las funciones más importantes de la gobernanza en el ámbito financiero.
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