Kenia lleva décadas luchando por la paz. Se han formado bandas criminales que aterrorizan a algunos sectores del país. Las bandas aumentan día a día y causan mucho miedo y tensión. Los políticos contratan a estas bandas étnicas para distraer a sus oponentes, especialmente durante las elecciones. A veces, las bandas ganan dinero extorsionando a kenianos pacíficos por medios poco ortodoxos. Las bandas criminales se hacen con el control de algunas zonas de las principales ciudades, como Kivumbini, en Nakuru, donde exigen una "tasa de protección" a los comerciantes y empresarios. En la región del Rift septentrional de Kenia, la violencia es una actividad casi cotidiana, y los bandidos aterrorizan a las comunidades. El robo de ganado por parte de los bandidos se ha descontrolado y las fuerzas de seguridad están desbordadas para hacer frente al problema. En otros lugares, como en la zona de Njoro, en el condado de Nakuru, la violencia comunal ha amenazado en ocasiones la coexistencia pacífica y se han producido derramamientos de sangre. Se han perdido muchas vidas y se han destruido propiedades valoradas en millones de chelines. En la región central de Kenia, el abuso de drogas y sustancias se ha convertido casi en una norma. Muchas personas, especialmente los niños, se ven afectadas negativamente.
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