Cuando la peor pesadilla de una madre se materializa y no viene sola, sino acompañada de más tragedia, seguir adelante es imposible sin Dios. El 1 de mayo de 2013 luego de que sus hijos y su esposo desayunaran y partieran para la escuela como todos los días, Ivette Vásquez recibió la peor llamada que una madre puede recibir. El aviso de un accidente automovilístico que pese a todas sus plegarias tuvo consecuencias fatales. Solo la mano de Dios permitió, cuando el dolor de la propia muerte golpeó el alma y el cuerpo de Ivette, que su espíritu no se desintegrara. Dios tuvo que llevarla más allá de su zona de conforte para ver lo que tenía en su espíritu. No te rindas con Dios, porque El nunca te abandonará. Él sacará tu fuerza interior para mostrar su grandeza en ti. Lejos de abandonarse a la tragedia de ver su familia reducida, su esposo cuadripléjico, y cursando el final de un embarazo, Ivette se mantuvo firme, con la mirada en el horizonte gracias a su fe. Fue su fe, la iglesia y su comunidad lo que la ayudaron a encontrar la belleza en la tormenta.
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