26,99 €
inkl. MwSt.
Versandkostenfrei*
Versandfertig in über 4 Wochen
Produktdetails
  • Verlag: Neil Investments Inc
  • Seitenzahl: 130
  • Erscheinungstermin: 12. September 2020
  • Spanisch
  • Abmessung: 218mm x 142mm x 20mm
  • Gewicht: 318g
  • ISBN-13: 9781098319397
  • ISBN-10: 1098319397
  • Artikelnr.: 59757376

Hinweis: Dieser Artikel kann nur an eine deutsche Lieferadresse ausgeliefert werden.
Autorenporträt
Azucena Mancinas nació en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos llamado Cerocahui, en la Sierra Tarahumara, Estado de Chihuahua México, el 29 de septiembre de 1979. En ese hermoso lugar pasó su infancia hasta los trece años con sus padres Jesús y María, y su hermano Samuel un año mayor que ella. Tiene tres hermanas mayores Carmen, Hilda y Cristina con quiénes compartió muy poco durante su infancia, ya que ellas se casaron muy jóvenes, sin embargo, siempre recibió su cariño y protección a través del tiempo y a pesar de la distancia. Estudió parte de la primaria en un colegio de monjas, cuya costumbre era hacer oración cada mañana antes de empezar las clases. La institución también era un internado, donde vivían internos adolescentes indígenas llamados tarahumaras, muchos de ellos no hablaban español únicamente su ancestral dialecto. A muy temprana edad Azucena aprendió a nadar en los ríos de Cerocahui, a montar a caballo, a moler el nixtamal en un molino para hacer las tortillas de maíz a mano y a ir a la montaña a traer leña para cocinar en la estufa, entre otras actividades propias de la vida en el campo. En ese tiempo en su pueblo natal usaban lámparas de petróleo porque aún no había luz eléctrica y tampoco tenían televisión, por eso ella recuerda que el primer televisor que conoció fue en blanco y negro cuando ya tenía alrededor de diez años de edad. A la autora siempre le gustó el dibujo desde que era muy pequeña y además empezó a escribir poemas hacia los doce años, después escribió historias, pero solo como un pasatiempo precisamente porque esas actividades la relajaban mucho. Pasar la infancia en el campo fue una experiencia muy enriquecedora para su vida y como tradicionalmente su pueblo ha sido muy turístico, ella veía con frecuencia americanos vacacionando. Ese hecho impacto a Azucena debido a la mezcla cultural tan bonita que ella conoció desde niña, ya que por un lado estaban los tarahumaras que hablaban su dialecto, los norteamericanos que hablaban inglés y el resto de la población a quién el pueblo nativo llama 'chabochis' que hablan castellano. Por cuestiones de salud física de su mamá la autora tuvo que acompañarla e irse con ella a la ciudad de Chihuahua para que recibiera mejor atención médica y donde finalmente se radicaron. Mientras tanto su papá decidió continuar viviendo en el pueblo, motivo por el cual ella pasó parte de su juventud viajando en tren por toda la sierra para ir a ver al padre, lo que era una aventura maravillosa debido a que pasaban por túneles, puentes y paisajes muy hermosos y pintorescos. En una época muy difícil para la familia desafortunadamente su hermana Cristina falleció, Azucena tan solo tenía catorce años y un año después su hermano Samuel se marchó y enroló en el ejército, así que pasó ese tiempo y época de la vida sola con su mamá. Sin embargo, la experiencia juntas fue enriquecedora ya que su madre que siempre ha sido una guerrera, es quién le enseñó mucho, su mayor maestra y además la apoyó al 100% en todo; la cuidó, la aconsejó y le transmitió con su ejemplo la importancia de luchar por los sueños. Con mucho esfuerzo su madre le pagó la carrera de contador privado y secretariado en lo que se graduó gracias a ella, después trabajó un tiempo en diseño gráfico y luego decidió casarse a los casi diecinueve años. Con su esposo que había sido un amigo de infancia tuvo dos hermosos hijos Ángel y David, se realizó entonces como madre siendo una de las mejores experiencias que ha vivido. Juntos formaron un hogar, se mudaron a los Estados Unidos, pero cinco años después de su llegada al país y diez de haberse casado la pareja se divorció, aunque la separación fue de mutuo acuerdo y en muy buenos términos. El divorcio fue un gran aprendizaje, ya que después de ello Azucena descubrió un mundo que no conocía, empezó un proceso de autoconocimiento empoderador, como también aprendió muchísimas cosas positivas entre ellas a valorarse, agradecer por todo y amarse a sí misma. En medio de ese nuevo estado de vida como mujer separada siempre ha contado con el apoyo del ex esposo, además regresaron a ser los amigos que habían sido en la infancia y aprendieron a llevar una relación fraternal con algo maravilloso en común sus hijos, convirtiéndose en el mayor ejemplo de lo que significa ser pareja de padres. Durante una década completa permaneció como mamá soltera, lapso de tiempo en el que educó a sus dos niños y los disfrutó lo más que pudo, estudió inglés, viajó, empezó a hacer una variedad de actividades muy productivas y además conoció mucha gente valiosa. Pasó el tiempo y el día menos esperado la vida la puso frente a un hombre, que la miró como si hubiera visto a la estrella fugaz más brillante de toda su vida... Empezaron una relación, se enamoraron, descubrieron el amor de pareja y después de un positivo noviazgo terminó casada con aquel americano de ojos verdes y con un corazón de oro llamado Christian Jay Morris. Hoy la autora luego de tantos caminos recorridos está realizando uno de sus mayores sueños el de ser escritora y lo ha logrado gracias a su fuerza de voluntad, pero también por el apoyo de su esposo, hijos, familia y amigos. Azucena ante todo lo vivido se siente muy afortunada de tener personas a su alrededor que se alegran de sus éxitos y que la motivan e inspiran para seguir evolucionando.