La tasa de Efectos Adversos (EA) en hospitales ha sido estimada entre un 4 y un 17%, de los que alrededor de un 50% han sido considerados evitables. Ante este planteamiento, que no es desconocido, cabe cuestionarse si la incorporación de la variabilidad de la práctica clínica a los factores de esta ecuación alteraría de forma significativa el resultado (económico, en términos de salud y en calidad de la asistencia). Somos conscientes de las susceptibilidades que se pueden originar en un colectivo como el médico al tratar temas relativos a la práctica clínica. Este trabajo no trata de analizar la práctica clínica desde el punto de vista médico, sino de objetivar si esto repercutiría de forma significativa sobre el presupuesto hospitalario. Asimismo, tampoco pretende valorar la repercusión de dicha variabilidad no explicable. Podría ser un punto de partida para fomentar el protocolo/guía clínica más eficiente e introducir el benchmarking entre diferentes servicios del mismo hospital que atienden la misma patología (distintos servicios ven la misma patología, hecho frecuente en enfermos pluripatológicos o de edad avanzada que se pueden imputar indistintamente a uno u otro servicio).