La utilización de bioestimulantes puede considerarse una forma sostenible y beneficiosa de gestión nutricional de los cultivos, y puede reducir los efectos negativos asociados a la fertilización química excesiva. El quitosano tiene efectos sobre los patógenos de las plantas, la productividad vegetal y el crecimiento de plantas hortícolas y frutas, lo que demuestra su prometedor papel para permitir el cultivo en condiciones de sequía en regiones áridas y semiáridas. La quitina es también un polímero biodegradable, biocompatible y no tóxico, que se está considerando recientemente en la producción agrícola y hortícola teniendo en cuenta la agricultura sostenible. Las bacterias más conocidas que se han utilizado como bioestimulantes son Artherobacter spp., Acinetobacter spp., Enterobacter spp., Pseudomonas spp., Ochrobactrum spp., Bacilus spp. y Rhodococcus spp. La inoculación de Glomus intraradices puede mejorar la tolerancia a la sequía de la planta huésped a través de la mediación de proteínas con características similares a las chaperonas. También puede aumentar las características de crecimiento de muchas plantas debido al aumento de la absorción de macro y microelementos.
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