Después de 40 años, la reflexión bioética se ve envuelta en polémicas persistentes y desacuerdos basados en doctrinas que no muestran tendencia a los compromisos ni a la convivencia tolerante. Tras revisar diversas bioéticas procedimentales, queda a la vista que la deliberación ha de llevarse al plano fundamental donde todas las perspectivas reconocen que el ser humano es eminentemente relacional y trascendente, siempre volcado hacia el mundo y hacia los demás. La bioética relacional sugiere deliberar los dilemas y problemas derivados de la intervención humana en procesos vitales, reconociendo y respetando los rasgos antropológicos que preceden a toda creencia o convicción. Es el individuo, y no las doctrinas religiosas o seculares, quien determina hasta dónde sus relaciones fundamentales y su proyecto existencial se ven afectados por decisiones o normas bioéticas. El texto ilustra cómo la perspectiva relacional permite una deliberación coherente, pre-doctrinaria, sobre decisiones sensibles que afectan los extremos de la vida.