La obra de Jorge Luis Borges está aún muy cerca para que su importancia literaria sea definida por completo. El autor, quien para muchos fue un clásico vivo en su propio tiempo, nutrió gran parte de su literatura con páginas de evidentes conocimientos de culturas mágicas. Y la más notable de estas fue la Cábala. Tanto los viejos párrafos del Pentateuco como las páginas de Scholem, alimentaron su imaginación y dieron origen a narraciones y poemas de sorprendente belleza como elevada filosofía. Pero Borges no era ocultista. Era un investigador que no solo se había sorprendido con la belleza de las tradiciones mágicas, sino que vio que podía darles alguna utilidad para satisfacer el hedonismo de un lector que quizá jamás iría a preguntarse "cómo lo hizo" o "de dónde lo sacó". Un lector auténtico.