Tras participar en varias sesiones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y de los órganos creados en virtud de tratados, me he dado cuenta de que algunos países se apresuran a ratificar los textos internacionales sobre derechos humanos, pero su aplicación sigue siendo frágil y problemática. Mi percepción es que no basta con que se declaren los derechos humanos, ni mucho menos con que los Estados ratifiquen los textos internacionales de derechos humanos, sino que es necesario que los derechos declarados se protejan y que los Estados acepten su aplicación. En este libro, desarrollo el ejemplo de mi país, Burundi, basándome en el Examen Periódico Universal (EPU).
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