René Descartes (Turena 1596-Estocolmo 1650) proyectó a través de su descubrimiento del cogito la inspiración científica que motivó en Kant el proyecto de edificar la metafísica como una ciencia. A partir de entonces, la proyección científica del cogito estuvo atravesada por diversas interpretaciones filosóficas que condujeron finalmente a su disolución desde el momento en que Sigmund Freud estableció status científico a la irrupción de "lo inconciente" en reemplazo de los contenidos de conciencia. En efecto, desde la flexibilidad que adopta en autores de la taya de Nietzsche o Kierkeggard, hasta llegar al solipsismo fenomenológico presente en titanes del pensamiento como Husserl y Sartre, el cogito cartesiano ha sido objeto de profundas tensiones e incomodidades propias de un filosofar moderno que ha proliferado la inagotable riqueza que lo caracteriza. No obstante, una vez agotada la proyección científica del cogito, se torna necesario volver sobre sus pasos y emprender la aventura de reconstruir los elementos que condujeron a su disolución para restablecer la frescura del "Padre de la filosofía moderna" como un pensador auténticamente metafísico.