Hoy asistimos a un recrudecimiento de conductas delictivas por parte de bandas criminales en contextos diversos como el caso del narcoterrorismo en México y la delincuencia juvenil en los barrios marginados de Buenos Aires en Argentina. Muchos de estos delincuentes son devotos de santos como San La Muerte, Frente Vital, Gauchito Gil, San Nazario y Jesús Malverde. ¿Existe una religión del delito? ¿Cuál es la función de estos santos para la moral criminal? ¿Podemos hablar de santos criminales? En este libro veremos cómo la experiencia de lo sagrado, producto de la emergencia de instituciones del narcotráfico y de santos transgresores, se constituye en un factor criminógeno que incide en la conducta criminal y permite el acceso a una moral distinta de la moral dominante legitimando el ethos delictual. Para ello analizaremos las formas de culto, iconografía, mitografía de los diferentes santos y su relación con el delito, tomando como punto de partida el proceso de canonización que inicia en la Antigüedad Tardía. Este análisis nos permitirá incorporar la experiencia de lo sagrado como un factor a tener en cuenta a la hora de confeccionar programas de prevención del delito.