Si de algo son maestros en el imperio del caos es de propaganda, de la lucha por las mentes y los corazones. Pero ni la más consumada mendacidad puede cambiar indefinidamente los hechos, y el hecho es que Washington ha de dar la cara no sólo por su oligarquía, sino por la mayor parte de las indeseables oligarquías del planeta, lo que se cobra un alto coste en imagen. Lo que te lleva primero al éxito es lo mismo que luego te destruye, tal es la Ley; y ya que esta gente es amante de la Ley y el Libro tendremos que apelar a ella. Se habla de la decadencia del Imperio pero lo cierto es que el Dólar sigue apreciándose frente a las otras monedas, y probablemente lo haga todavía durante un tiempo. El caos y el miedo invitan a buscar un sólido refugio, y el imperio del caos continuará patrocinándolo mientras esa tendencia le produzca un rédito inmediato. *** Las oligarquías del mundo son expertas en desviar la atención, y los Estados Unidos en atraerla. Siendo los segundos valedores de las primeras, y las primeras valedoras de los segundos, la situación podría tornarse más que complicada. El matón global podría convertirse en el payaso de las bofetadas; circunstancia aparentemente absurda que sin embargo ya se insinúa incluso ahora. El poder y la presencia norteamericana en el mundo y sus instituciones es sencillamente apabullante, de hecho muy superior a lo que advertimos, como muestra el caso citado de Google y otros igual de importantes pero más fuera de foco. Como a los peces el agua, el que no la notemos sólo nos habla de hasta qué punto nos informa. Al respecto se ha hablado de full spectrum dominance, de un dominio en todo el espectro, y de eso es de lo que se trata. Es casi imposible subestimar esta hegemonía, pero lo hacemos continuamente. Es casi imposible sobreestimarla, y también lo hacemos todo el tiempo. Los Estados Unidos son la nación indispensable sólo en el sentido más coyuntural de la palabra. Es indispensable ahora para una oligarquía global bastante libre de compromisos, dispuesta en todo momento a mudar sus bases. El problema es que, justamente por ser el gran valedor de la oligarquía global, por fuerza tiene que convertirse en un estado odioso, y así es imposible mantener el prestigio de la marca. Sin prestigio, que como todos sabemos significa engaño, el valor ficticio de las cotizaciones se hunde y los capitales buscan otros destinos más atractivos para sus burbujas. Ellos ya saben de sobra que su fuerza y su valor es sólo su posición de privilegio en el mercado, de ahí el vértigo y la torpeza de sus gestos para mantenerlo a cualquier precio. Se trata de una espiral que se realimenta hasta que llegue a un punto de ruptura, y en el que el mero figurarse ese punto estrangula el haz de posibilidades. No es tan envidiable la posición actual de los Estados Unidos, que se comporta como el gran acreedor pero vive más que nadie del crédito. Hace de proxeneta y prostituta, mientras que, al otro lado del océano, la Gran Bretaña e Israel se reparten convenientemente los papeles. Finalmente está Israel y la comunidad judía en el mundo; y esto, y no los Estados Unidos ni Gran Bretaña, es lo verdaderamente indispensable en el relato alucinado que impera. Pues el verdadero Imperio no es la dominación territorial y extraterritorial que ya vamos conociendo, sino el relato que aun hoy nos parasita y que va marcando los tiempos camino del desastre.
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