La competitividad de una empresa se basa en una innovación constante que depende de cuatro atributos generales: las condiciones de los factores; las condiciones de la demanda; las industrias relacionadas y de apoyo; y la estructura, la estrategia y la rivalidad de la empresa, así como el papel del gobierno. La ventaja competitiva surge de una combinación de prácticas de gestión, modos de organización favorecidos en el país y fuentes de ventaja competitiva en la industria. Cuestiones como los objetivos de la empresa y la remuneración de los directivos, entre otras, se tienen en cuenta en la estrategia, la estructura y la rivalidad de la empresa. Los rivales locales fuertes estimulan la innovación. Se considera que el papel del Gobierno es tanto catalizador como retador de la innovación. Aunque el entorno puede proporcionar una ventaja competitiva inicial, el dinamismo del diamante se considera la fuente de una ventaja competitiva sostenida. El efecto de un determinante depende de los demás, lo que implica un refuerzo mutuo de todos los determinantes. Así pues, es necesario que las empresas comprendan mejor el equilibrio entre el determinismo del entorno y la elección de la empresa a la hora de configurar el resultado competitivo y que comprendan el grado de rigidez o inercia de las posiciones competitivas si una empresa deja de progresar.
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