El Capital Intelectual es uno de los activos intangibles más valiosos en las organizaciones, que sin duda alguna, debe de ser explotado en las instituciones educativas. Evaluar al profesorado de las universidades en diferentes horizontes de tiempo, permite identificar un índice de conocimiento, vinculándolo directamente con la remuneración económica en función de los logros, habilidades, experiencias y mejores prácticas. Las instituciones educativas son semilleros de conocimiento y juegan un rol preponderante en la formación de las nuevas generaciones que van a administrar y preservar el planeta, por lo que sus catedráticos deben de ser líderes altamente capacitados para entender, analizar, fomentar, comunicar y transformar la toma de decisiones en la economía más demandante y desarrollada: la economía del conocimiento.