Las Cartas de Juan Sintierra fueron publicadas por José María Blanco White entre marzo y diciembre de 1811 en el periódico londinense El Español. Son una lúcida crítica a las Cortes de Cádiz, en un momento de incipiente desarrollo de los modelos constitucionales en España. Sin embargo, en estas cartas Blanco White es pesimista en sus expectativas. No cree que los miembros de las Cortes sepan legislar a la altura del momento histórico que vive el país. Por entonces España estaba bajo la ocupación francesa y el reinado de José Bonaparte. En esos tiempos Blanco White es un Juan Sintierra, vive exiliado en Londres, a salvo de las persecuciones provocadas por el fervor religioso de su patria. Jamás soñó que años después sería incluido en la Historia de los heterodoxos españoles, de Marcelino Menéndez y Pelayo. Dejemos que el autor hable. A continuación citamos la primera de las Cartas de Juan Sintierra. Señor Editor del Español: Muy señor mío: Hace algunos días que recibí una carta de Cádiz escrita por un sujeto de indudable crédito y veracidad, e impuesto bastante a fondo en los negocios públicos, de la cual he creído conveniente dar a usted noticia, porque según veo, usted tiene muy pocas directamente de aquel pueblo. Mis noticias no son agradables, y si yo hubiera de publicarlas con mi nombre seguramente no habrían salido de mi cartera; mas como usted en estas materias tiene ya poco que perder, quiero decir, como el odio que usted ha excitado en muchos de sus paisanos no ha de crecer ni menguar porque diga usted algo de nuevo que les disguste, me determino a mandar mis noticias, envueltas en un centón de reflexiones, por si quiere usted publicarlas, y, como decimos comúnmente, sufrir por mí las pedradas. Ya sabe usted, dice mi amigo de Cádiz, que yo he sido de los más alegres en materias de revolución de España; pero he venido últimamente a caer en mucho desaliento. Las Cortes, en que teníamos puestas nuestras últimas esperanzas, han errado el golpe, y no han excitado, o no han sabido conservar el espíritu público que podía salvarnos. Perdida la primera ocasión es difícil que puedan hacer nada. Y no es porque no haya en las Cortes hombres de mucho provecho; no porque en general sus individuos carezcan de buena intención, ni patriotismo, sino porque, siendo muy buenos, no son lo que las circunstancias de España exigían: han hablado y no han hecho nada... Juan Sintierra
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