Grandes ciudades son excepcionales para trabajar, socializarse, estudiar, divertirse, hacer negocios. Pero la vida urbana tiene aspectos duros: es estresante, transcurre en los entornos poco estéticos, es sedentaria y rutinaria. Se puede subsanar estas desventajas por medio de una casa de campo. Una casa de campo permite descargar el estrés gracias al contacto con la naturaleza; permite crear un ambiente atractivo mediante el jardín; permite ejercer la actividad física más allá del ejercicio en aras del ejercicio mismo; hace posible desplegar la creatividad construyendo el paisaje y la casa misma. Así es en la teoría. ¿Pero cómo hacer esta teoría realidad? ¿Qué tan viable es para una familia de la clase media bogotana tener una casa de campo? ¿Cuáles son sus encantos y dificultades? ¿Vale la pena tener una casa de campo en la Sabana? El libro trata de contestar estas y otras preguntas.