Abarca temas relacionados con China y Perú, como la época de la violencia, así como los asuntos afectivos y una serie de situaciones que tratan de mostrar lo que los personajes percibían en los años 80. En medio de todo esto hay un clima de frustración entre los personajes, que tenían una inclinación por los asuntos socialistas. Cuando el personaje viaja a China, se desencanta que ya no existe el socialismo de Mao. En la novela se conjugan estas situaciones con las experiencias personales amorosas del personaje con sus ideales políticos: "El contingente que iba en ese tren había hecho posible los dos sucesos históricos cualitativamente más importantes del siglo XX: los triunfos de la revolución socialista en Rusia y en China, hechos que propiciaron el fulgurante ascenso de estos dos países, pobres y atrasados desde tiempo inmemorial, a la categoría de potencias en el mundo. Fue el comienzo, pero luego, tras décadas de controvertidas noticias con relación al cambio social y al progreso, ¿qué viene pasando realmente con el socialismo? Por su parte, China lleva a diez años negando, con sus reformas, los postulados del marxismo-leninismo, y la Unión Soviética parece empeñada en seguirle los pasos con la perestroika, un plan de reestructuración emprendido por Mijaíl Gorbachov, ¿un honesto desengañado del sistema o un descarado claudicante? No hace mucho, vino a Pekín. ¿Cuál fue la finalidad de la visita? ¿Cumplir una rutinaria visita de Estado o proponer algo digno de celebrar por todo lo alto, nada menos que en la tierra de Mao: el acta de defunción del socialismo?".
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