La reinmigración sostenible hacia el campo surge como una estrategia fundamental para alcanzar el objetivo de desempleo cero, no solo en las áreas rurales, sino en el país en su conjunto. En un contexto donde las ciudades enfrentan problemas de saturación, desempleo y pérdida de calidad de vida, el campo se presenta como una alternativa viable que ofrece oportunidades laborales significativas y un entorno propicio para una vida más equilibrada. El Estado desempeña un papel decisivo en este proceso, al implementar políticas que fomenten la migración hacia el ámbito rural, como la creación de incentivos económicos, programas de capacitación adaptados a las necesidades del mercado laboral rural, y el mejoramiento de la infraestructura necesaria para facilitar la vida en el campo. Además, al garantizar condiciones laborales justas y salarios competitivos, se puede atraer a profesionales y trabajadores, asegurando que su transición al entorno rural sea tanto atractiva como sostenible. La reinmigración hacia el campo no solo busca combatir el desempleo, sino también revitalizar las comunidades rurales, promoviendo un desarrollo que respete el medio ambiente y fomente la innovación.