El nuevo fenómeno de las drogas legales supone un reto para muchos gobiernos. La criminalización de las sustancias tradicionales ha allanado el camino para estos productos sustitutivos, muchos de los cuales tienen consecuencias fatales. ¿Existe una alternativa más adecuada al modelo regulador tradicional de 'mando y control'? ¿Podría el Gobierno del Reino Unido considerar modelos económicos de otros continentes para configurar la política de drogas? Es necesario un cambio.
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