Descubrí a Dulce María muchos año después de su muerte, cuando ya mi vida entra en la curva final que nos depara el destino. Naturalmente, no me era desconocida, como no lo puede ser al más común de los cubanos; y mucho menos a los que tienen por vocación la poesía..Pero ese descubrimiento tardío, al ponerme en contacto definitivo con su diversa obra, llegó en momentos en que estaba en mejores condiciones intelectuales para obtener un provecho existencial, y resultado de ese intercambio al desnudo con su obra, y la de sus hermanos, es este poemario que hoy propongo a los lectores. De un modo u otro, la mayoría de estos poemas tienen su génesis en alguna palabra, o un simple verso, descubierto en la obra de la Loynaz.