A finales de la década de los 90 las investigaciones sobre computación natural apuntaban que muchos de los procesos de los que se producían en el interior de una célula viva se podían entender como un mero mecanismo computacional, en analogía a las máquinas de Turing, en el que se intercambiaba información o se hacían cálculos. Esto incitó a Gheorge Paun, en 1998, a comprobar si realmente un modelo de computación abstracto cuya estructura estuviera basada en la fisiología celular podría ayudar a resolver problemas matemáticos concretos, pregunta que como veremos en este trabajo tuvo respuesta positiva. Esto le llevó a construir una estructura formal que hoy conocemos como P-sistemas.