Plantea que los tratamientos de adicciones, tanto en México como en Barcelona, complementan un marco de "sacrificio" por el cual tienen que transitar los consumidores para sentir que merecen la recuperación y la cura. Dicho sacrificio va generando una cultura toxica que impregna las distintas instancias de asistencia, emergencia y recuperación. Nada queda libre de esta espesa toxicidad que las instituciones y la comunidad reproducen.