Los acontecimientos acaecidos a partir de la revolución tecnológica que comienzan a mediados de la década del 60, junto a las desregulaciones y aperturas de nuevos mercados, y a la aparición de nuevos sistemas de producción, han hecho que la labor de los administradores se desarrolle en entornos turbulentos que adquieren día a día mayor complejidad. Estos cambios requieren mayores esfuerzos de adaptación para concebir nuevos modelos de negocios, los cuales a su vez demandan organizaciones con determinadas estructuras y relaciones a nivel de actores institucionales e interpersonales que sean funcionales a las mismas. En este contexto, cobran relevancia las concepciones de poder que influyen en la función del gerente/administrador al momento de gestionar estas relaciones para el logro de los objetivos establecidos.