Frente a los males que aquejan al Deporte de nuestro tiempo es necesario aunar fuerzas para la configuración de propuestas que se instalen en instituciones deportivas y sus respectivas comunidades; el humanismo pedagógico debe ser mostrado en su gran respeto hacia el deportista en formación, sus derechos y sus responsabilidades. Entendemos que en cada profesor hay un Neoquijote del siglo XXI, un educador de sabia humanidad, reposada cordura y elocuente talento. Es cierto que, como Don Quijote, estos hombres ejemplares parecerán anacrónicos en muchos de los ámbitos propios del Deporte organizado; fuera de época en un mundo de egoísmos, verbointelectualización, cálculo, finanzas y violencia; sin embargo, atesoran la energía suficiente para ayudar a otros hombres a perfeccionarse a sí mismos, y así cambiar la sociedad de su tiempo. El Deporte, antes que una realidad sociológica es una propiedad metafísica del Hombre, esa fuente original de todo proyecto deportivo con pretensiones educativas. En esta última formulación reside la apuesta esperanzada del libro.