Antes de iniciar el estudio de este tema tan interesante, son indispensables algunas someras observaciones relacionadas con el ser y su intelecto. A través de los siglos el hombre se ha ido condicionando de acuerdo con las costumbres, vivencias y enseñanzas de cada época en general, y de acuerdo con cada grupo social en particular. Una vez que en nuestras mentes se van fijando experiencias o hechos, terminamos aceptándolos y muy difícilmente podemos hacer abstracción de lo que es la realidad, pues el concepto de existencia se va aferrando y trasmitiendo de generación en generación, a tal punto que no puede aceptarse fácilmente cualquier cambio de mentalidad, por más que se nos pretenda demostrar con factores o circunstancias renovadoras que tiendan a mostrarnos una visión verdadera.La razón, por simplista que sea, es que el hombre tiende a ser tradicionalista, conservador en sus creencias, y superar el arraigo de miles de años no es tarea fácil; al fin y al cabo, hemos soportado todo un proceso, cuya evolución ha sido muy lenta si comparamos y tenemos en cuenta los millones de años que nos preceden.