«La formación de los futuros profesores, como toda construcción de identidad, es social; es también un acto dialéctico: emana de la cultura (mediada por las actividades realizadas en el aula) hacia el individuo; proviene también del interior del individuo, que aporta sus experiencias y conocimientos a la cultura, y luego se produce el intercambio, siempre individual, diferente de persona a persona, en función de los diferentes ritmos e historias de vida de cada uno. (...) Si aceptamos que la identidad profesional puede construirse, que no es una ni eterna, y si aceptamos que representa, como imágenes, nuestros diversos rostros en diferentes situaciones de comunicación, tenemos un gran mundo. ) Si nos damos cuenta de que la identidad profesional puede construirse, que no es una ni eterna, y si aceptamos que representa, como imágenes, nuestros diversos rostros en diferentes situaciones de comunicación, entonces la carrera es un gran mundo figurativo en el que se construye el nuevo rostro profesional del sujeto. (...) ) Llegar a ser docente requiere verbalizar lo que se es/aprende, o lo que se puede ser, o lo que se ve/percibe formas de ser; es en su espacio-tiempo constitutivo en el aula, en su palabra dialógica-ideológica, cuando se encuentra con la actitud receptiva activa de sus pares en la interacción áulica, que se forman ecos y vínculos y que el estudiante reflexiona/refracta y se construye profesionalmente.» Eveline M. Tápias-Oliveira
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