En el ámbito de la educación especial, se destaca la prioridad de la adaptación e integración social de las personas con necesidades especiales sobre la necesidad de que los niños reciban un alto nivel de educación.En el caso de la discapacidad intelectual, lo más importante es adquirir conocimientos y habilidades que tengan sentido práctico para la adaptación en la sociedad, más que conocimientos académicos profundos. Esta posición caracteriza la orientación socialmente adaptativa del proceso de educación especial. La observancia de este principio permite superar o reducir las manifestaciones de desviaciones psicofísicas en el desarrollo del niño, reducir su "abandono social" preparando al niño para llevar una vida activa lo más independiente posible. El desarrollo de la competencia económica también desempeña un papel importante en esta formación.
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