Los participantes en la Conferencia Internacional de Berlín (1884-1885) desgarraron África asignando fronteras que desgarraron tribus, pueblos y entidades territoriales, y reunieron a otros en contra de su voluntad, generalmente sin tener nada en común entre ellos: ni historia común, ni lengua común, ni costumbres comunes, ni cultura común, ni pasado ni modo de vida común, sin otro criterio que el acaparamiento de tierras en este continente. Lejos de crear una conciencia nacional, como pretendían los iniciadores de este proyecto, este fenómeno ha generado, por el contrario, sentimientos de hostilidad entre tribus, dando lugar a antagonismos: los kongo y la "Gens du Haut" en Leopoldville, la guerra fratricida entre luba y lulua en el Kasaï, los "auténticos katangeses" y los "extranjeros" en Katanga, etc. Estos antagonismos dieron lugar no sólo a asociaciones étnicas, que pronto se convirtieron en partidos políticos de carácter tribal, sino también a irredentismos y otras formas de secesión que socavaron la nueva República del Congo, surgida de las cenizas del Estado independiente del Congo.
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